“ Tranquilo mar bajo tus luces “
Extrañamente el mar se ha calmado,
las barcazas se mecen bajo la luz de la luna.
En la bahía los pescadores comparten el vino
acompañados del fuego suave de sus recuerdos.
Las luces reflejadas en el agua navegan sumergiéndose en las profundidades de ese mundo ajeno.
Es en esta bahía en donde caminamos,
donde muestras voces se mezclaron entre risas
y sones de algarabía y carnaval.
Palabra tras palabra me embriagaba,
es que algo emanaba de tu mirada, ternura, tranquilidad, vida.
Extrañamente mi mar se ha calmado,
ya no fluyen tormentas de angustia por mi sangre,
como los pescadores bebo nuestros momentos
al calor todavía presente de mi flama.
Trataran las horas del tiempo desvanecer tus cabellos y tu voz,
tendré miedo de perder la batalla y la prueba única de haber existido.
¡No!, ¡No! ¡que no se conviertan en sueño!
Como dijo Vicente, “Todas las gaviotas dejaran plumas en mis manos”
Sí, todas también lo han hecho,
pero tú, Luciérnaga del Atardecer has dejado melancolía y luz
suavidad de susurros en mi oído.
El ruido de las olas confunde las palabras
que los hombres de mar extienden en la arena,
la noche las reúne en su cotidiano embrujo
conectándolas a los tonos y variaciones de sus voces
transportándolas en el viento pasajero,
humedeciéndolas cálidamente con la bruma fraterna.
Así he tomado tu aliento, húmedo y cálido sobre mis mejillas
vaporoso delirante de onda en onda
enlace fino entre tu ser y el mío.
Todas las estrellas danzan en el carnaval
y yo como buen planeta he seguido a algunas
a otras las he amado y observado,
aquí están ahora todas reunidas,
en el cielo de mis momentos,
sobre el fuego, sobre lo que siento y no quiero perder,
aquí están en medio del baile,
y loco entre el tumulto deambulo, tomando un cabello,
tomando una mano, besando algunos labios de esquina a esquina, conociendo el desengaño, reconociéndolo.
Así recuerdo la escena al desarrollo incierto de mi tragedia y mi comedia.
Entonces tu, mirada melancólica, estabas sentada mirando,
no sé por quién, y nos entrelazamos en el espacio
como un contrato de conquistadores
venciendo el miedo del pasado en lo nuevo.
Esa noche me deshice del cadarzo
y me armé del blasón de los poetas,
de la angustia enloquecedora que motiva.
Tristes días aquellos, incertidumbre, pasión.
Extrañamente mi mar se ha calmado,
pero desde su pasión reprimida un canto inconsciente,
un rugir de batallas silenciosas, adormecidas,
como sise extraviara por el hecho de buscarte,
como si el légamo del amor se tornara infértil y cada palabra,
cada ola, cada clamor pereciera en cada sombra de la noche.
Una cosa es cierta, el mar te ama
ese inmenso océano misterioso te espera,
a veces es tormentoso y violento
y como hoy suave y tierno
porque esta consciente de que algo logró asir,
de que tus luces aún no se han desvanecido.
Tengo en mi mente el perfume de tus gestos
cada caricia como hojas verdes del bosque
disfrutando envueltas en cada rayo selénico,
cada melancolía trémula entre la brisa.
Desde ti, todas las noches recorro aquellas sendas
tratando de tomar tus manos mágicas
de proyectar tus cabellos sobre el brillante mar.
Desde ti, todas las miradas se han olvidado.
Extrañamente mi mar se ha calmado,
es que un complejo sueño me despertó,
entre sus horizontes infinitos me detuvo
aquel pudo por fin dominar mi espíritu inquieto,
escurridizo, apasionado.
Hoy el ciclo de tus ojos está sobre mi mar
hoy tus ojos son el sueño matinal.
Eres la hoja que cayó sobre el pozo connato de mi ser.
RV
Santiago, 22 de Marzo de 1996